Discurso de la Presidenta de las Cortes de Castilla y León con motivo del XXXIII Aniversario del Estatuto de Autonomía

Señor Presidente de la Junta de Castilla y León,
Miembros de la Mesa de las Cortes,
Señoras y señores Procuradores,
Sra. Delegada del Gobierno y demás autoridades,
Señoras y señores:

Hoy, 25 de febrero de 2016, celebramos el Día del Estatuto de Autonomía de Castilla y León, que cumple 33 años. Es una fecha especialmente señalada para las Cortes de Castilla y León que cada año acogen este acto, por ser la institución donde está representada la soberanía popular, y que constituye el punto de partida de una Comunidad que en 1983 decidió construir un modelo de convivencia, edificado sobre los valores constitucionales y refrendado en el Estatuto de Autonomía, que es la norma fundamental por la que se rige Castilla y León. En el marco de esta celebración, la entrega de la Medalla de las Cortes de Castilla y León ocupa un lugar muy significativo, por ser el máximo reconocimiento público que brindan todos los castellanos y leoneses representados en el Parlamento regional, a las personalidades o entidades, por su condición de destacados exponentes de los mejores valores y que han contribuido de manera sobresaliente a la mejora y al desarrollo de la Comunidad.

Por ello, y en representación de las Cortes de Castilla y León mis primeras palabras son de felicitación al Director de la Real Academia de la Lengua Española por esta distinción, con la que Castilla y León reconoce públicamente la constante dedicación y valiosa aportación de esta institución "a la defensa de la unidad de la lengua española, y por la contribución a su esplendor, velando porque los cambios que se producen conserven el genio propio de la lengua castellana, seña de identidad de la Comunidad de Castilla y León".

La lengua es el instrumento más poderoso de comunicación que posee el ser humano. Permite crear espacios de libertad y de inclusión, ámbitos de creación y encuentro, que facilitan el intercambio de ideas y el mestizaje de culturas, el entendimiento entre los pueblos y las personas y un excelente ejemplo de ello es nuestra lengua, el español.

El español es la lengua que ha servido de vehículo de transmisión de la creación literaria y de los valores más importantes de nuestra cultura; la que sirvió a Miguel de Cervantes para legarnos la obra más universal de nuestras letras, el Quijote y hacerlo aquí en Valladolid, donde vio la luz su primera edición.

Precisamente este año conmemoramos el IV Centenario de la muerte del genial escritor y esta efeméride es objeto en nuestro país de un amplio programa de actividades culturales que contribuirán a poner de relieve, aún más si cabe, la importancia del español unido a la obra y a la figura de Cervantes.

Una conmemoración que va a tener en Castilla y León una importancia significativa por la vinculación de Valladolid y de esta tierra con el periplo vital de Cervantes, y también como escenario de sus obras a través de itinerarios y lugares que han pasado a formar parte -ya para siempre- de la geografía imaginaria que el Quijote ha hecho universal y que hoy, constituye una parte irrenunciable del patrimonio de la humanidad.

Coincidiendo con esta celebración, en 2016 también se conmemora el Centenario de la muerte de Rubén Darío, exponente del modernismo literario y al que hoy recordamos por su contribución a enriquecer y renovar la literatura en lengua española, vistiendo al verso castellano de ritmo y musicalidad, y abriendo el idioma a un léxico rico y diferente que se ha hecho universal a través de sus poemas.

La obra de Rubén Darío tiene para Castilla y León una especial significación pues hizo de la palabra un espacio cultural común entre España y América que se mantiene vivo; un diálogo permanente al que Castilla y León ha contribuido de forma decisiva a lo largo de su historia y en el que se reconoce como espacio de convivencia de lo diverso y plural.

En el homenaje a ambos autores, Miguel de Cervantes y Rubén Darío, participa activamente la Real Academia de la Lengua Española ya que forma parte de la Comisión Nacional para la Conmemoración del IV Centenario de la Muerte de Cervantes, y también colabora intensamente con la Asociación de Academias Españolas en los diferentes actos organizados en Nicaragua para rendir homenaje al autor de "Azul".

En el marco de estos grandes acontecimientos culturales, la Real Academia impulsa diferentes actos, iniciativas y publicaciones que sin duda contribuirán a profundizar en la investigación y el conocimiento académico de ambos autores, así como a divulgar su obra utilizando las herramientas del siglo XXI a través de proyectos como la Enciclopedia Cervantina o el portal Cervantes Digital. Desde su creación, la Real Academia de la Lengua Española ha contribuido a proteger y conservar la unidad de la lengua española y este compromiso se ha plasmado en su quehacer diario a través del diccionario de la lengua castellana; en el impulso a los estudios sobre la historia y el presente del español, y en la divulgación de la obra y el reconocimiento a la figura de los grandes autores que en España y en América han situado la creación literaria en español al más alto nivel por su calidad y sus aportaciones a la literatura universal.

Este importante caudal de conocimiento tiene un extraordinario valor para Castilla y León, que tiene en la lengua castellana su principal seña de identidad histórica y cultural, por cuanto representa la base sobre la que se sustenta una tradición milenaria, que nos vincula con el origen de esta lengua y nos convierte en depositarios ante la historia de un legado patrimonial, compartido hoy con más de quinientos millones de hablantes en todo el mundo. Decía Unamuno que la lengua era el "sedimento vivo de la labor de la historia; tradición viva y concentrado depósito de los trabajos del espíritu; base de la continuidad, en espacio y tiempo, de los pueblos, y, a la vez, el alma de su alma".

En esta tierra se sitúan las huellas más primitivas del castellano y así queda constatado y documentado en las pizarras visigodas de Ávila y Salamanca que reflejan el primer esbozo de su estructura, en el "Becerro Gótico de Valpuesta" (Burgos) y en la "Nodicia de Kesos" del Monasterio Leonés de los Santos Justo y Pastor de Rozuela donde encontramos sus primeros testimonios escritos.

En esta dirección, quiero destacar la valiosa aportación de la Real Academia de la Lengua Española al estudio de este legado, avalando y dando respaldo al estudio realizado por el Instituto Castellano y Leonés de la Lengua en colaboración con la Universidad de Salamanca, que localiza el primer testimonio escrito del castellano en el Monasterio de Valpuesta, pues allí se encontraron los documentos del siglo IX que incluyen términos en castellano, en oraciones en las que el latín iba desapareciendo y se apreciaba el orden lógico del nuevo idioma.

El apoyo de la Real Academia de la Lengua Española ha contribuido notablemente al conocimiento, la difusión y el buen uso de la lengua castellana que constituye junto con el patrimonio histórico, artístico y natural, un valor esencial para la identidad de Castilla y León y que debe ser objeto de especial protección y apoyo.

Idioma de cultura como pocos y que además permanece estrechamente unido a una fecunda creación literaria. Nuestra Comunidad está ligada a los grandes nombres de la literatura universal española: desde Miguel de Cervantes, Francisco de Quevedo, Juan de la Cruz, Santa Teresa de Jesús, Bécquer a Gerardo Diego, Machado o Unamuno; y junto a ellos el extraordinario elenco de escritores más recientes y que han merecido el galardón literario más importante en lengua Española, como es el Premio Cervantes, como fueron Jorge Guillén, Francisco Umbral y Miguel Delibes, y actualmente José Jiménez Lozano y Antonio Gamoneda. Castilla y León y su idioma representan un binomio imposible de separar en el contexto de la realidad cultural y social que ofrece nuestra Comunidad dentro del conjunto de la cultura universal; binomio que refuerza la identidad del castellano con Castilla y León y también nuestra posición de liderazgo en su difusión y aprendizaje. Precisamente por su carácter de lengua universal, el español posee una gran potencia económica, capaz de generar un relevante volumen de riqueza y de constituir la base de una importante industria, aún sólo parcialmente explotada.

Según las predicciones realizadas por el Instituto Cervantes, en el 2030 habrá 535 millones de personas hablando español, es decir, el 7,5% de la población mundial.

En este sentido la Comunidad de Castilla y León goza de un gran reconocimiento internacional en la enseñanza del español, ligado al prestigio de nuestras Universidades y especialmente a la de Salamanca y a la actividad de las academias privadas que durante años han contribuido al desarrollo de este sector, que ofrece un modelo académico de calidad y constituye un elemento de diferenciación de Castilla y León, y para el que existen importantes expectativas de crecimiento en el futuro.

Por todo ello quiero reiterar a la Real Academia de la Lengua Española mi felicitación y agradecimiento por la importante labor que desarrolla en el estudio y conocimiento de la lengua española, de la que en Castilla y León nos sentimos orgullosos y que además representa como ya he citado un factor de crecimiento y de desarrollo para la Comunidad.

A este reconocimiento hoy se une que nuestro Estatuto de Autonomía cumple 33 años. Un proyecto colectivo que fue alumbrado en 1983 y que representa a la Comunidad de Castilla y León.

Si como dice Emilio Lledó "hacer historia es reivindicar la continuidad y humanizar el tiempo", nuestro Estatuto de Autonomía es hoy el punto de encuentro y de continuidad a través del cual nuestra Comunidad sigue adelante, tras un milenio de ejercer como protagonista de unos de los más brillantes proyectos históricos. Un pasado que, como contrapunto de esperanza, enlaza con la imagen humanizada de lo que es nuestro más prometedor presente y futuro representado en las personas, en los castellanos y leoneses que cada día construyen la región con su trabajo y esfuerzo, con su dedicación e iniciativa.

El Estatuto es nuestra gran obra colectiva y en la que tienen cabida todos los ciudadanos de Castilla y León. Pero además representa el arranque firme de la historia reciente de Castilla y León, que nos ha permitido crecer como Comunidad, aprovechando todas nuestras potencialidades y adaptándonos a las nuevas realidades de una sociedad dinámica y cambiante.

En nuestra andadura autonómica, el Estatuto nos ha proporcionado las herramientas necesarias para fortalecer nuestra identidad y profundizar en nuestro autogobierno, siempre buscando dar respuesta a las demandas de los ciudadanos y a conseguir más bienestar y una mejor calidad de vida para los castellanos y leoneses. Una identidad que nos define como una Comunidad histórica y cultural y en la que, más allá de desarrollar un modelo diferenciador y excluyente, hemos sabido crear un espacio común, en el que han podido integrarse identidades plurales y hacer de esa convivencia una riqueza que nos ha traído progreso y bienestar.

A lo largo de nuestra historia autonómica hemos ido creciendo en nuestras responsabilidades, en nuestras instituciones y en nuestras competencias, y así ha quedado reflejado en las correspondientes reformas estatutarias, que han ido incorporando la experiencia acumulada desde la creación de la Comunidad. En este camino, el Estatuto se ha reformado en tres ocasiones. La primera en 1994 permitió un incremento significativo de las competencias de la Comunidad. La segunda en 1999, además de ampliar el nivel competencial de Castilla y León supuso la incorporación de nuevas instituciones de autogobierno. En 2007 fue aprobada la tercera reforma alcanzando con ella las más altas cotas de autogobierno dentro del actual marco constitucional.

En este progresivo ajuste de nuestra norma fundamental hemos aprendido el ejercicio activo de la democracia en Castilla y León, y juntos, hemos comprendido el valor fundamental del acuerdo, de la negociación y del pacto.

Este aprendizaje inspira el sentido último de la institución parlamentaria, que representa a toda la sociedad y en la que se expresa el pluralismo político existente en la misma. Y ese importante bagaje democrático nos ha permitido hacer del consenso uno de nuestros más valiosos patrimonios políticos.

Un consenso que se sustenta en el diálogo y el acuerdo, y también en la renuncia a posiciones propias que no son aceptables para los demás, consenso que forma parte ya de nuestra cultura institucional, social y política. Sin duda el Diálogo Social en Castilla y León representa el mejor exponente de esta cultura basada en el esfuerzo de los agentes económicos y sociales para garantizar un marco de confianza y estabilidad en el ámbito económico, social y laboral.

Pero también en el ámbito de la política hemos demostrado nuestra capacidad para sumar e integrar las diferentes sensibilidades en la elaboración de las normas básicas de nuestro proyecto autonómico.

En este sentido hay que recordar que tanto la aprobación inicial del Estatuto, como sus posteriores reformas contaron con el respaldo de un amplísimo consenso, refrendado igualmente tanto en el Congreso como en el Senado.

Un consenso que también ha guiado la aprobación de hasta un tercio de las leyes debatidas en las Cortes de Castilla y León en la pasada legislatura, con independencia de cual fuera el equilibrio de fuerzas representadas en el Parlamento.

La búsqueda del Acuerdo adquiere hoy una dimensión más amplia y más plural en el marco de un Parlamento en el que, por primera vez en los 33 años de historia de la Comunidad, están representados seis partidos políticos siendo la representación más amplia y variada que ha conocido la Cámara.

Por ello y en este contexto el valor del COMPROMISO y del DIÁLOGO debe seguir siendo nuestra mejor credencial para construir un contexto de confianza y estabilidad política, que en Castilla y León hemos sabido asumir con inteligencia, comprensión y generosidad y poner en marcha a partir de estos valores.

Somos una Comunidad que sabemos establecer puentes y así lo hemos demostrado en momentos históricos complicados y repetidos en nuestra historia, y como también lo hemos hecho ante este nuevo horizonte que hoy nos sitúa como un modelo a seguir y como una buena referencia a nivel nacional para dar respuesta a la actual situación política.

La voluntad expresada en las urnas por la sociedad española reclama la máxima responsabilidad en la búsqueda de espacios de encuentro entre las distintas fuerzas políticas representadas para lograr un marco de consenso y de estabilidad política que garantice la lealtad a la Constitución y al Estado de Derecho como marco democrático adecuado y fructífero, en el que tiene cabida la unidad del proyecto común que es España y la diversidad de las Comunidades que la integran.

Voluntad de entendimiento que también debe presidir el proceso que se ha iniciado en Castilla y León en esta IX Legislatura para abordar una nueva reforma del Estatuto de Autonomía, que nos permita dar respuesta a las necesidades de los ciudadanos y afrontar con garantías los retos de un tiempo nuevo.

Esta voluntad de entendimiento, es necesario resaltarlo, debe ir más allá de la simple aritmética de la suma de votos con la que se alcanzan las mayorías previstas para la reforma estatutaria, dos tercios en esta Sede y mayoría absoluta en el Congreso de los Diputados.

Para que un acuerdo de esta trascendencia tenga estabilidad y aceptación política y social, para que se convierta en Derecho enraizado de forma estable en la Comunidad, se hará preciso concitar compromisos más amplios, tanto en el ámbito regional como en el estatal, para conformar una propuesta que tenga tras de sí no sólo la fuerza legitimadora de las mayorías cualificadas, sino también la legitimación añadida que reciben las normas que se asumen en la vida social como fuerza cultural que recompone los conflictos de la convivencia.

Por ello, todos los que representamos al pueblo de Castilla y León estamos llamados y obligados a poner nuestro empeño para trabajar juntos e incorporar las aportaciones y las diferentes sensibilidades que la sociedad ha reflejado en la actual composición de nuestro Parlamento, para que esta nueva reforma sea capaz de concitar el máximo acuerdo en esta Cámara y la mayor adhesión posible entre los ciudadanos, pues estas bases son la mejor garantía para seguir creciendo y avanzando como Comunidad, con la mirada puesta siempre en las personas, en sus necesidades y sus demandas, y en mantener vivo ese gran pacto de convivencia que es la democracia a través de la participación activa de los ciudadanos y de una mayor interacción de estos con sus representantes.

El Estatuto de Autonomía es y será siempre nuestro punto de encuentro y sobre el que debemos seguir trabajando juntos para construir un futuro mejor. Llegar a ese futuro estará a nuestro alcance si somos capaces de servirnos de nuestra lengua, a la que hoy rendimos homenaje a través de la Real Academia de la Lengua Española, para expresar en las palabras del Estatuto los anhelos más profundos de los paisanos de nuestra tierra y del paisaje que nos acoge.

Muchas gracias.

La Presidenta de las Cortes de Castilla y León
Silvia Clemente Municio

Sede de las Cortes de Castilla y León